El autor de 'El salòn de los pasos perdidos' ha terminado su odisea cervantina de 14 años: una adaptación de la divina novela que la saque del museo y la devuelva a los lectores
Por el tamaño de las empresas que acomete y por la constancia de su afán, Andrés Trapiello es el escritor más quijotesco de España. Hay que serlo para mantener un registro personal de pasos perdidos que arroja ya 18 volúmenes -en octubre verá la luz el siguiente, bajo el título 'Seré duda'-, de donde salen los gigantes convertidos en molinos; o para reformular el canon literario de la España cainita en 'Las armas y las letras'; o para salir airoso de dos continuaciones de la novela inmortal -'Al morir don Quijote' y 'El final de Sancho Panza y otras suertes'- y una biografía del genio. Pero hay que serlo sobre todo para arrostrar la suerte suprema del quijotismo, que no podía ser otra que reescribir el 'Quijote'.
Aunque lleva toda la vida preparándose para esto, Trapiello ha invertido exactamente 14 años en verter el anguloso idioma de Cervantes al castellano actual. O eso dice la cubierta del libro que ayer presentó en la Residencia de Estudiantes, flanqueado por dos escuderos de academia como José-Carlos Mainer y Jordi Gracia. Adaptar el 'Quijote' a los hispanohablantes: paradoja sobre atrevimiento. Terreno abonado al escándalo purista. "En cuanto se filtró el proyecto -lo mantuve en secreto durante años precisamente para evitar maledicencias-, fue saludado con críticas. El 'Quijote' es el libro que acumula el mayor número de fracasos de lectura de la historia. Quizá a los que no lo entendieron les molesta que, gracias a esta versión, haya otros lectores que sí lo entiendan", ironizó el escritor leonés. Aislar la novela con el precinto de lo sagrado no contribuye a su difusión entre las nuevas generaciones, ciertamente.